Brasil: Los pueblos originarios ven la posibilidad de un reconocimiento definitivo
Con la asunción de Lula Da Silva, un aire de esperanza renace para el millón de aborígenes.
Los líderes indígenas brasileños están convencidos de que esta es la última oportunidad para lograr que sus derechos ancestrales sean finalmente reconocidos y respetados en Brasil.
Después de cuatro años de “retroceso” durante la presidencia de Jair Bolsonaro, a quien la llamada Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil denunció por genocidio y ecocidio en 2019, el flamante tercer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dio un giro de 180 grados para combatir las invasiones de tierras, las quemas de bosques amazónicos y la minería ilegal.
Radiografía indígena del Brasil: casi un millón de personas, 274 lenguas, 305 pueblos reconocidos y otros 114 sin contactar
En Brasil viven más de 900.000 indígenas, según los últimos datos oficiales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) de 2010. Se estima que hoy la cifra se acerca al millón de personas.
La población originaria está dividida en aproximadamente 305 pueblos, aunque según la exFUNAI hay 114 tribus no contactadas en el Amazonas. En total se hablan 274 lenguas, la coordinadora de la Asociación de Defensa Etnoambiental Kanindé, la activista Ivaneide Bandeira Cardozo.
La Constitución de 1988 confiere amplios derechos a los pueblos indígenas brasileños, pero estos raramente se cumplen.
En los últimos días, la sociedad brasileña se vio conmocionada por la divulgación de varias fotografías que reflejaban la dramática situación del pueblo yanomami. En las imágenes se observa en forma nítida casos graves de desnutrición infantil y de adultos mayores. Lula viajó al estado de Roraima, en la frontera con Venezuela, para conocer in situ la situación de este pueblo originario.
Allí, Lula denunció que Bolsonaro llevó adelante a su juicio una política de exterminio. “Más que una crisis humanitaria, lo que vi en Roraima fue un genocidio. Un crimen premeditado contra los yanomamis, cometido por un gobierno insensible al sufrimiento del pueblo brasileño”, afirmó.
Un informe oficial reveló que casi 100 niños menores de 5 años murieron por desnutrición, neumonía y malaria el año pasado en la mayor reserva indígena de Brasil. La Policía Federal brasileña abrió una investigación formal por “genocidio”.
Lula ha anunciado que quiere impulsar políticas que defiendan los derechos de los pueblos originarios. Una de las personas que le entregó la banda presidencial, ante la ausencia de Bolsonaro tras su intempestivo viaje a Estados Unidos, fue el cacique indígena Raoni Metuktire, un emblemático defensor de la Amazonía, que luce orgulloso su característico disco labial y tocado de plumas amarillas.
Junto al cacique, líder de pueblo Kayapó, en el estado de Mato Grosso, estaban un niño afrobrasileño, un obrero metalúrgico, una cocinera, un artesano, un profesor y un joven con discapacidad. Todos ellos le entregaron la banda presidencial a Lula.
“Asumimos el compromiso de combatir todas las formas de desigualdad (…) Es inaceptable que sigamos conviviendo con prejuicios, discriminación y racismo. Somos un pueblo de muchos colores y todos tienen que tener los mismos derechos y oportunidades”, dijo Lula.
Pero sin dudas, la decisión del flamante presidente de crear un inédito Ministerio de los Pueblos Indígenas moldeó una enorme expectativa entre los líderes de las tribus originarias.
“La importancia de que Sônia Guajajara asuma al frente del Ministerio se da por ser una líder reconocida a nivel nacional e internacional. Es una voz importante en la defensa de los derechos indígenas. Ha llevado la voz de los pueblos originarios a la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil en la lucha por la demarcación de tierras y la preservación de los bosques. Tenerla como ministra es motivo de celebración y reconocimiento histórico para los indígenas de Brasil”, declaró Bandeira Cardozo.
Los pueblos originarios aplaudieron además el gesto de que una mujer indígena se haga cargo de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas. “Creo que significa mucho. Es un lugar donde debemos estar. Esto para mí es gratificante. Vamos a trabajar para fortalecernos y formar parte de la sociedad”, dijo Bitaté Uru-eu-wau-wau.
Pero estos primeros pasos causaron fuerte preocupación en ciertos sectores del agronegocio, el gran aliado de Bolsonaro y visto como el principal enemigo por los pueblos originarios, al mismo nivel que la minería ilegal. No por nada el mismo Lula los acusó de ser los financistas del intento de golpe de 8 de enero.